"Yo ayer vi un marero"
- comunicacioninterg
- 17 oct 2019
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Corría el año 2019 y Raúl había optado por tomar un curso libre de alemán en una universidad privada de su país, Guatemala; aún no definía la carrera que quería seguir, y para no sentir que perdía el tiempo, entraba todos los sábados a aquella aula fría a tratar de entender un poco del idioma. Nunca fue sociable, se sentaba un poco alejado de todos y ahí encontraba comodidad, hasta que la inevitable indicación de trabajar en grupo le hizo relacionarse con otros compañeros. Poco tardó para que llegara la ineludible invitación a tomar aire fuera del aula. Aceptó, a regañadientes, a entrar en la tertulia de sus pares.
¿Un cigarro? Ofreció uno de ellos a sus compinches, quienes aceptaron sin dudar. Planeaban faltar a clases el día siguiente para irse de fiesta, solo quedaba ultimar algunos detalles. Acercó también un cigarro a Raúl, pero este lo rechazó, ya que no fumaba.
Para hacer conversación, Raúl trató de abordar algunos temas con ellos: ¿ya saben por quién votar? Sin inmutarse, respondieron: no, ni idea. ¿Se enteraron de la protesta que están haciendo los de la otra universidad? Intentó nuevamente. Al unísono, la respuesta: no, esos son unos bochincheros. ¿Vieron el nuevo caso que destapó la FECI? Insistió. ¿Qué es la FECI? Alcanzaron a decir. Ante el silencio que siguió, y la obvia impopularidad de las preguntas, Diana, otra de las compañeras, dijo, para cambiar conversación: ¡Ni les cuento lo que vi ayer acá afuera de la U! ¡Un marero! Lo vi y me asusté mucho, caminé rápido para alejarme, ¡qué miedo!
Raúl, esta vez un poco ingenuo, preguntó: ¿por qué dices que era un marero? ¿qué lo definía como tal? ¿qué características lo hacían marero?
Diana respondió: La ropa y los tatuajes lo delataban, era obvio.
Raúl reflexionó acerca del asunto, y definitivamente concluyó en que, si se le dice marero a alguien que es dañino para la sociedad, entonces un marero no se definía del todo por su ropa. Un marero puede estar vestido de traje, ir casual, en bus, o camioneta último modelo; un marero puede también ir a una universidad, pública o privada, tener un grupo de amigos mareros donde encaja; un marero somos nosotros mismos –pensó-, en nuestro día a día, al ser indiferentes. Podemos ir vestidos cool o fashion, pero nuestra actitud hacia el entorno nos definirá mucho más. Desde hace ya mucho tiempo caducó la frase «los buenos somos más». No, los buenos no son más, los buenos son escasos, son unos pocos que sí tratan de hacer que el día a día sea diferente para ellos mismos, para su familia, pero sobre todo para su país, aunque la mayoría de las personas de ese país sean unos perfectos desconocidos. Tristemente, los buenos son una especie en peligro de extinción.
Cuando alguien diga que se cruzó con un marero, lo más seguro es que sea cierto. Cada día hay más mareros en las calles.
Grupo: Julio Albizurez, Dulce López, Fernando Amesquita y Daniel López.

Continuamente nos fijamos tanto en la apariencia, en la forma de caminar, vestir, pero no ponemos atención a la parte interior de las personas y nos adelantamos a juzgar. Es mentira quien diga que nunca ha juzgado a alguien en la primera vista.
Definitivamente es importante aprender a no juzgar por las apariencias y a no ser imparciales. ¡Muy buena reflexión!
No tengamos miedo en ser quienes somos, no dejemos que lo exterior influencie a otros para demostrar quienes somos realmente.
Todos tenemos un yo interior que se muestra a las personas correctas, seamos auténticos y no dejemos nuestra esencia por aparentar ser otros. Seamos un agente de cambio y seamos ejemplo para los que vienen.
Eso de juzgar a las personas solo por ver cómo se visten es algo que siempre ha existido, no solo les sucede a personas que se ven como "mareros", la verdad es que la gente siempre juzgará por todo. Uno se hace el concepto de cada persona hasta que lo conoce realmente, sin prejuicios.
Bonita reflexión, lastimosamente cada vez existen más maras y violencia y me sorprende el hecho de como te ven te tratan. Briam